12 nov 2015

Malala

Hace dos años dos talibanes interrumpieron el recorrido de un autobús escolar que viajaba por el valle de Swat en Pakistán y, arma en mano, subieron a su interior para preguntar: «¿Quién es Malala?». Acto seguido comenzaron a disparar contra la joven y sus amigas. Pensaron que con este acto habían apagado la voz «enemiga» y, sin embargo, crearon una heroína con verdaderas ganas de cambiar el mundo. Desde entonces emprendió una lucha por los derechos de los niños que este viernes se ha visto recompensada con el Premio Nobel de la Paz 2014 , galardón que ha recaído sobre ella y el presidente de la Marcha Global contra el Trabajo Infantil, el indio Kailash Satyarthi.
 De Malala sorprende su fuerza vital, sus ganas de vivir.El día que intentaron asesinarla, su padre estaba convencido de que no volvería a verla con vida. Sin embargo, logró salir del coma inducido sólo unas semanas después en el hospital de Birmingham, Inglaterra, al que fue trasladada para recuperarse de las heridas de las balas. También sorprende de ella la fuerza de sus palabras, la contundencia de su mensaje y la ilusión inmaculada que reflejan pese a la crudeza de lo vivido. El día de su 16 cumpleaños lo demostró ante el mundo en el seno de las Naciones Unidas.
«El 9 de octubre de 2012 los talibanes me dispararon en la cabeza. Dispararon también a mis amigos,pensaron que con sus balas nos callarían a todos pero fracasaron. De ese silencio surgieron miles de voces, los terroristas pensaron que cambiarían mis objetivos y detendrían mis ambiciones pero nada ha cambiado en mi vida, excepto esto: la debilidad, el miedo, la desesperanza murieron para siempre, nacieron la fuerza, el poder y el coraje». Así de contundente y firme fue su mensaje en el seno del organismo. En ese momento, ante la mirada emocionada de su madre y familia, ya era consciente de que, como ella misma afirmó días después en la BBC, sus palabras llegarían «no sólo a EE.UU. y otros países, sino a todo el mundo»


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